Cuerpo, alma y desde el espíritu
El sabio maestro Simón Rodríguez nos enseña que la lectura es esencialmente “revivir las ideas que han sido sepultadas en el papel”. También nos dice que “leer no es solo descifrar códigos alfabéticos para juntar palabras”.
Desde estas enseñanzas, sabemos entonces, que la lectura no es solo vista y voz. Sabemos que leer es tacto, gusto, olfato, sentir profundo. Toda lectura debe hacerse de cuerpo y alma, es decir, con y desde el espíritu.
Es de esta forma que, te invitamos al contenido de estas páginas; a disfrutarlas con todos tus sentidos, porque su esencia es la mirada del espíritu, del alma.
Déjate llevar por la lectura del fotógrafo que desde esa elevación, no deja de mirar arriba, abajo, adentro. Acompaña la mirada de aquel que no olvida a quienes se fueron y a quienes están y los encuentra tanto en los colores, como en las luces tenues o brillantes de un día soleado o nuboso, en el gris del concreto citadino.
El autor de este contenido, nos entrega todas sus miradas, es a un tiempo, él, atento transeúnte, él, fotógrafo, él, poeta, él cultor de la espiritualidad, él, avezado lector, él, ser cotidiano y él, ineludible curador de obras propias y ajenas, que nos brinda la gran oportunidad de reencontrarnos con nuestros sentidos al presentarnos en una sola vista el godeo de un recuerdo ausente, la indudable presencia efímera, y la contundente belleza de una ciudad que pocos miramos de la misma manera En Los Abismos del Cielo, encontramos la mirada sencilla, honesta y profunda de aquel que cultiva su espiritualidad dejándonos un tono de encuentro con el habitad. Un atardecer, una luz, una sombra, la alegría y la tristeza que sin duda nos abrazan en lo cotidiano y que terminamos por ver como hechos separados y a veces insignificantes.
Todos ellos se juntan en este contenido como un grito desesperado para hacerte volver la mirada hacia dentro. Para que mires de frente a tu ser interior y su conjuga con la belleza de una ciudad que ha sido obligada a transitar de pueblerina a cosmopolita.
De lo rural a esa urbanidad que pretende ahogarle pero que por más que lo intente no puede matar su esencia de belleza campesina, su espiritualidad orgullosa, altanera y rebelde. Belleza que se revela en sus puestas y salidas de sol, en la rebeldía de su fronda y su gente con pretensiones de cuero seco.
Es así que te invitamos a la aventura de descender y escalar Los Abismos del Cielo, sujeto o sujeta al arnés de la sensibilidad y la soga esplendorosa de tu conciencia e interioridad.
Ve junto al autor a rebasar los límites impuestos del orden hegemónico mundial que no te permite disfrutar el orgullo de ser y pertenecer. Vamos pues en su compañía y de su mano, a reencontrarnos, a valorarnos en la extensión de quienes somos y lo que nos rodea, a festejar con la belleza infinita de lo y quienes nos rodean, que a fin de cuentas son y es lo que nos conforma.
Neguel Machado.
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