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lunes, 26 de junio de 2023

A la Biblioteca

 
Luis Duarte.Serie Lectores. Caracas, 2018
 

 

y todo esfuerzo que consigo por el trajín continuo del trabajo intelectual y físico, casi desborda en el vivo interés que me hace recordarte.


Simón Bolívar

(Septiembre, 10, 1830)


Mi biblioteca es como un ser vivo,

llena de intelecto y de nostalgias,

de relatos y de pensamientos profundos.

Convive entre la filosofía, el arte

y la política.

Va de lo documental a la crónica...


vive su etapa Caribe,

su sentimiento poético nunca la abandona

su visión de salud, alimentación y sexo,

se mueve con la música y la cinematografía;

inventos y tecnólogos populares,

cuentos, novelas y anécdotas nunca

le faltan.


Y de la fotografía siempre hace referencias,

allí ella pequeñita en comparación con otras

en un casi minúsculo espacio,se apiña.

A veces se riega y desparrama por toda la sala

queriendo tomar un respiro de su concentrada

estrechez y amontonamiento.


Fotografías la adornan,

obras de artistas y souvenires

la concentran, algunos, de otros países,

y los criollos que le dan minúsculo color de pueblo.


La consagran catálogos y expresiones

de museos y otros de la cultura,

y en su rincón de leyes y proclamas jurídicas

que le dan cierto aire de ecléctica;

aunque no sople viento alguno

ni tenga luz para evitar las colisiones

necesita salirse de círculos.


Su confeso amor derrama opiniones

permanentes entre tragedia y el amor,

de este último nunca le falta argumentos.

Hasta el más cumbre de todos entre

Manuelita y Simón, se escudriña en pasión pura.


Que decir de papeles y manuscritos,

entre sobres y carpetas de antaño,

los susurros de amores múltiples en los

borradores de poemas y de tiempos.


La biblioteca reclama más espacio,

pero la dueña de la casa, la confina, al

que tiene y reclama imperativa su expulsión

de su nunca pagado arrendamiento habitual.








junio. 28. 2022





Del Libro inédito: El Molino de la Torre. Caracas, 2022






jueves, 2 de marzo de 2023

LIBRO DE RELÁMPAGOS

Luis Duarte. De la Serie: Pueblo en la Calle. Caracas, 2007

 

 

 

Ahora tal vez

reposan en las fosas comunes

donde fueron sembrados con los ojos

al cielo por las ráfagas,

por los vidrios rotos por los cuerpos

al impacto de las balas,

al empujón sanguinario y al arresto,

a la ira y la rabia de un día

de locura, según dijeron los medios,

no perdonado por la historia.


Fuimos parte de esa historia

ya no pretérita como en los libros,

historia viva y no marchita en páginas amarillas,

añejas o heroicas,

según la escribieron los vencedores


27 de febrero, la mañana fría en Quebrada Seca,

barrio de Guarenas,

seis de la mañana...

Y en el pueblo por la calle Comercio

ya había pasado el huracán ciego de la rabia,

las santamarías como latas de sardina abiertas,

los negocios esparcidos por las calles,

la rabia acumulada y contenida desbordada

en calles, negocios, urbanizaciones,

barrios caseríos aparatos de TV

gritos voces acalladas al disparo sirenas

multitudes proletarios estudiantes pueblo arrecho.

28 de febrero, todo el rumor de la rabia

se desplaza a Caracas, a Maracay

a toda Venezuela... La rabia es mi vocación,

la rabia, coño, ya no más paciencia...


Y en Guarenas, donde comienza esta historia,

aquel guarenazo,

la anécdota de la mecha prendida

ante las medidas neoliberales

del gobierno de Carlos Andrés Pérez,

recién electo por una cúpula, presidente,

en sus trácalas bipartidistas, la guanábana,

como la llama el pueblo llano


Y para los que viven la diaria vida,

la vida se extravió en un ejército

que también era pueblo pero que se ensañó

para defender la mentira ante la verdad

para defender la clase que lo subyuga

contra su propio ser, su hermano, su padre.

Y en esos días

no hay calle, nadie tiene puertas,

sólo temor y terror,

suspendidas las garantías constitucionales

y el legado de la muerte en cada esquina espera


Y se abre todo silencio,

no hay voz, ni manos, ni cuerpos

que importen,

el aire se llena de metal

el aire se llena

de pólvora

de reproche

de maltrato

de abuso malherido

ventanas rotas

puertas rotas

y rostros y manos y huesos.

Calles de sangres

razones de dolores

caminos sin señales

noches de angustias

y amenazas

oscurecido cruza el grito

súbito estremecido

a mí llega

con corazón difundido

ante el compañero de la UCV

que en la TV reclama justicia

y es asesinada Yulimar Reyes

a los pocos minutos en Parque Central

de ese 28 de febrero, por la Policía Metropolitana


Tú, del país extenso

en una calle amarga,

en Guarenas, luego el 1° de marzo de 1989,

rabiando ante la injusticia

cuando los soldados del ejército

maltrataban a los ancianos, a las ancianas y al

pueblo humilde, acusándolos de saqueadores

vejándolos, despreciándolos,

cuando sólo era pueblo sufrido.

Políticos de entonces

con su juego de crímenes, su sucia política, su yedra,

yo sufro este dolor como César Vallejo

Pueblo ignominiado

en el Cielo, la Tierra o el Infierno,

nunca jamás tu dolor mitigaré,

tras el abandono sufrido por la clase poderosa

que llevó a febrero de 1989


Verde viento, verdes ramas

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata

que abre el camino del alba.

De acero, si puede ser,

con las sábanas de Holanda.

¿No ves la herida que tengo

desde el pecho a la garganta?

Tu sangre rezuma y huele

alrededor de tu faja.

Más de tres mil, dicen,

fueron los que cayeron

y el informante oficial

de ese gobierno dijo

- con voz casi burlona -,

luego de los sucesos

acaecidos en el tiempo mismo,

dejamos de contar cuando

cayeron trescientos.

Trescientas rosas morenas

lleva tu pechera blanca.

Pero ya yo no soy yo,

ni mi casa es mi casa.

Verde viento, verdes ramas

la ira se hizo amarga

esos días de febrero e

inicios de aquel marzo

cuando masacraron pueblo

por plomo las calaveras,

con el alma desgarrada

aquello aún se recuerda.


Pueblo ignominiado,

al laberinto del aroma verde

verde que te quiero verde

volviendo entonces

a caer sobre la presa

al ámbito de agua y sangre

derramadas en las calles

de Guarenas

de Caracas

de Venezuela


Apenas tiene el tiempo

el recuento la palabra

temblorosa ¡vencer o morir!

descenso de su humanidad

concede a los vencidos

de no ser perseguidos.

El furor de los vencidos

se reanima en la lucha electoral,

luego de las o los de sangre

van a reconquistar la victoria,

pues el tiempo fue quien lo dijo,

defendiéndose,

mas ya no más el lamento de las mujeres,

cuando son lúgubres

entristece el corazón


Y en el recuerdo de hoy

fotografía en la calle

de los sucesos de febrero y marzo

¿cómo se metió en esto?

El horrible ambiente que rodea

la verdad y nos venden la mentira,

No olvidar

para no repetir la historia manipulada.

¿Cuántas veces lo diremos allí, cuántas veces

y qué diferentes nos veremos?


Los días de 1989,

esos que marcaron la contemporánea historia,

la sociedad, demasiado corta,

tenía los valores equivocados.

Y bajo el consejo de los cortesanos palangristas

que escribían epitafios de los pobres

para llenar las arcas

de los explotadores, frecuentes y helénicos

y un gobernante de país

que se creyó reyezuelo,

y la clase que conduce a los condenados

por el sistema a la exclusión

al venderse al FMI y al Banco Mundial

- a escondidas, por supuesto -,

fue tan imprudente y como Hamlet

es lento para actuar, pero cuando

lo hace es imprudente y violento;

que llenó la Patria de oscuridad,

llevando al negro callejón

y trabajos pesados y penurias

y nocturnos empeñarse en cifras y monedas,

que un pueblo ya cansado y aguerrido

gritó a toda voces en la ira:

NO NOS VENDEMOS,

por ello contamos con orgullo

pues nos salva la alegría,

habrá más 27 y 28 de febrero

de ser necesarios.


23 de junio de 2020


 

 

 

 

En: CUATRICENTENARIOS  / GUARENAS (1621-2021). Del Libro: Los Abismos del Cielo. 2020

(En proceso de publicación digital por la Alcaldía de Plaza, Guarenas)





Presente en:
http://elblogdelosblogsdeduarte.blogspot.com/

 

No se puede uno olvidar...

Luis Duarte. Serie Las Orquídeas de Yveth.  Caracas, 2018

 

 

In memoria de Yulimar Reyes

 

 

No se puede uno olvidar 

de cosas pasadas

de insilencios que formaron tu voz

de gritos que conformaron tu cuerpo,

(frágil figurilla en porcelanita, diminuta)

que ellos fragturaron, los tombos

                                    los azulejos ( o azul -lejos)

                                    los macacos

                                    los rolos...


Pero jamás acallaron tus versos

ni tus gritos de amor al mundo

                                  la humanidad

                                  la vida

 

Que ellos intentaron estrellar

       con balas

              perdigones

              bombas

              peinillas

              guerras.


Pero que no podrán 

porque el pueblo de los que nada poseen

arrecían la amanecida

de canto a canto

de grito a grito

de rebelión a rebelión.

 

 

 

 Manuel Castro

Febrero, 27. 1991

 

 


Del libro inédito: La Calle sin Miedo (1991-2021)

 

 

 

Presente en:
http://elblogdelosblogsdeduarte.blogspot.com/
   

miércoles, 25 de enero de 2023

VILLANUEVA

Luis Duarte. De la Serie. Espacios en Contingencia. Caracas, 2018

 

 


En mi vida la Ciudad Universitaria

es magia y vida estudiantil, vivir

en una gran obra de arte tridimensional

recorrer pasillos, sentarse en los jardines

de la Tierra de Nadie.

Convivir y soñar las nubes con El Pastor

de Jean Arp y Mateo Manaure atrás.

El Reloj en su estacato espiral

y la Plaza del Rectorado donde tanto

estudiamos sábados y domingos

como tiempos de Letras

de lingüística o Teoria Crítica... en fin.



Le debemos a Carlos Raúl

la mágica experiencia del Aula Magna

con esas Nubes de Calder que nos

llenaban de sonidos en los conciertos,

y los rincones de la Facultad de Humanidades

y Educación, o de los pasillo previos

a la Biblioteca Central.

Y también el pasillo de la Escuela de Letras

y por supuesto la rampa en dos tiempos

por donde como niños nos deslizábamos

para el encuentro con la compañera querida

al ir a tomar café en Ingeniería.



Que decir del Gimnasio Universitario

donde en sus alrededores pintábamos

las pancartas para marchas y protestas

antes los gobiernos que cercaban los

derechos de los pobres.


Y la Biblioteca Central con esos hermosos

vitrales de Fernand Léger o ese mural

de Carlos González Bogen en la Sala de Lectura

con sus rectángulos negros amarillos

grises rojos sobre fondo blanco de mosaicos.


Desde uno de los grandes ventanales cristalinos

y luminosos se miraba en un jardín interior

una oblicua proyección dinámica de Antoine Pevsner

y en una estructura el mural de Víctor Vasarely:

Sophia, después supe que la estructura

es una torre de enfriamiento del Aula Magna.


Y allí, a la entrada de la Biblioteca Central

un petroglifos, cuento y memoria de nuestras

raíces indígenas, o por lo menos de las mías.

Si nos enseñaran a leer nuestra historia

correctamente, nuestros primeros libros

del jardín de infancia debió ser los mitos y

leyendas indígenas ilustrados con muchos petroglifos

de los que hay en todo el país.

Esos de los pueblos indígenas antiguos, venezolanos

de nuestro pasado-presente, allí al inicio del conocimiento el petroglifos con el texto

de José Vicente Abreu, en la azul placa de letras blancas, que pasa desapercibido para muchos,

por no estar diseñado para ser visible,

pues su presentación humilde a la presencia

de otras grandes obras majestuosas, pero...

está en esta síntesis de las artes de lo que somos,

allí vocea el clamor indígena en la lumbre.


Y todo ese arte, y es cromatismo

y es expresión del Alma

la sintetiza Villanueva en la querida

y vivida y amada Universidad Central,

la casa que vence las sombras.


Esa universidad que recorrí

entre jardines, pasillos, Facultades de Estudios,

viví como un transeúnte de la gran obra de arte,

y es parte de nuestro cotidiano vivir de estudiante.









Mayo. 20. 2022

Manuel Castro



Del Libro inédito: El Molino de la Torre. Caracas, 2022

 

 

 

 

 

 

 

Presente en:
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