¿Debo devolverme
después de haber andado tanto?
Rafael Cadenas
Las paredes y las casas
son testigos de ya casi cuatrocientos años
de existencia, tanto en Guarenas,
como en Petare, que casi nacieron gemelas.
Muchos días pasaron, son y vendrán
del tiempo mágico empeña la realidad
cuando los Chagaragotos transitaban
la Huerena y surcaban el río Guarenas
como baña la luz parda la montaña al norte.
Y también mis ancestros Mariche, entre pasos
a transitar de cordillera a cordillera
fueron agrupados para en doctrina
católica apostólica y romana subyugar
su colectividad utilizando la persuasión.
Y de un 14 de febrero de 1621, surgió
el labrar de la caña de azúcar, la siembra
del café y el cacao, el trigo tropicalizado
y moreno que se daba en estas tierras.
14 de febrero que rememora otras luchas en
San Valentín y en el día del amor y la amistad
y coincide en otro tiempo con la génesis hispana
de la Guarenas calurosa y pujante.
Ya he leído en los cronistas lo aguerrido
que fueron los caribes, es decir los chagaragotos
caribes y aguerridos en defensa de sus pastizales
y dicen que Bolívar pernotó vía a Oriente
en la orilla de la entrada del otrora pueblo - en 1814-,
puerta del oriente venezolano.
Y en donde hoy se dice la zona industrial Maturín,
estuvo la hacienda de José Félix Ribas, por ello
en esta Guarenas actual, ya cuatricentenaria,
hay una casa donde fuera velada la cabeza del prócer
como escarmiento cruel de los españoles
contra aquellos que alzaran las banderas de la libertad.
Tal escarmiento solo infundó valor y arrojo de los
patriotas para liberarnos de un imperio.
Trapiches regados por la orografía y tierras
en la extensión de la pronta cuatricentenaria ciudad,
Guarenas cuatricentenaria, quien lo diría,
allí viví,
y por catorce años de mi vida,
una familia compartí y una nueva inicié.
Y también en la Plaza Bolívar me casé,
crónica para hacer memoria cuatricentenaria,
tengo los recuerdos y los sueños juveniles
en esos años de historias contemporáneas.
En lo bueno y en lo malo,
en la abundancia y en la carencia,
mis perdidas entre corrientes,
mis muertes entre un simún bajo la voz de las sirenas
flor de Trinitaria, entre los jardines de las casas,
rememoro las batallas en algunas telas al olvido,
como cuando la lluvia, la lluvia moja mi alma.
Ciudad cuatricentenaria, calle de trinitarias
calor y alborozo en la Parranda de San Juan y de San Pedro
testigos de hechos en la historia presente, cultura y museo,
para que parezca que yo soy de aquí.
Mis anhelos se esfumaron detrás de una sombra,
cuando amaba a varias mujeres a la vez.
Cuando pensaba y trabajaba un futuro mejor
para mis hijos, mirando un colibrí.
En tanto por las noche pinté hasta el amanecer
o esas noches cuando escribí libros de versos
muy enamorado cuando estaba de la vida,
de la esperanza, de las mujeres, de lo pequeño
y de las flores del jardín.
La palabra la frase la sílaba que me
rodearon en la biblioteca que fue pasto
de las termitas, por descuido, trabajo y la humedad.
El alma y el deseo, los impulsos juveniles,
mirar las jóvenes que van a misa en el paisaje al amanecer
que se trasnocha junto a mi esquina, el impulso
ciudad cuatricentenaria, no me despiertes de mi sueño,
en el impulso de saber la oscilación de un lenguaje antiguo,
en la Guarenas que me tocó vivir.
Hoy las paredes y las calles son testigos
- en estos tiempos de pandemia -
porque se desvanece el tiempo entre las nubes.
Del Libro inédito: Los Abismo del Cielo, 2020
Presente en:
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