Esta alegría oculta
solitaria
indefinible
que me embarga esta noche
recorro como en antaño, la ciudad
confundido entre los ruidos de la gran urbe.
No decido si entrar en lo subterráneo
de la ciudad, el gran monstruo comegente
que recorre las entrañas de la ciudad.
Prefiero la lluvia, el aire fresco nocturno
las miradas de extrañeza de los transeúntes,
el recuerdo de tu blanquísima piel
de moluscos citadino.
Un rataplán sereno en mi pecho
con el recuerdo de tu efigie roja
sobre el azul protocolar.
Pero nada me puede ensombrecer
la indefinible
solitaria
alegría oculta
que me embarga esta noche.
MANUEL CASTRO
Enero, 28. 1999
solitaria
indefinible
que me embarga esta noche
recorro como en antaño, la ciudad
confundido entre los ruidos de la gran urbe.
No decido si entrar en lo subterráneo
de la ciudad, el gran monstruo comegente
que recorre las entrañas de la ciudad.
Prefiero la lluvia, el aire fresco nocturno
las miradas de extrañeza de los transeúntes,
el recuerdo de tu blanquísima piel
de moluscos citadino.
Un rataplán sereno en mi pecho
con el recuerdo de tu efigie roja
sobre el azul protocolar.
Pero nada me puede ensombrecer
la indefinible
solitaria
alegría oculta
que me embarga esta noche.
MANUEL CASTRO
Enero, 28. 1999
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