EL SOL da sus últimos adioses a un día que intenta concluir. En la plaza juegan las palomas al compás del tintineo de los heladeros. Esta plaza tiene la manía de reunir a la gente en pos del antaño concilio. El recuerdo vano de un hoy constante, mientras los niños buscan resolver la rencilla del juego de ayer.
Sobre la iglesia de la Candelaria, deja el sol su rostro de luz y sombra, aún presentes en mis pupilas cansadas por el tiempo.
Un hombre mira a las dos niñas y a la madre buscando emparentar al niño varón del coche. Todo parece jolgorio y alegría hasta que llegan las sombras y todo se hace solitario, entonces me levanto del banco de cemento y recorro la ciudad hasta quedar extenuado. La noche es fresca y huye precipitadamente hacia la aurora. Mis anhelos también requieren refugio.
Del libro inédito:
TU,
ELLA, LA CIUDAD Y YO, 1995
http://elblogdelosblogsdeduarte.blogspot.com/
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