a trajín de un agitado
día,
a tropiezo de la prisa de
un conciudadano.
Huelo
a cemento de construcción de mundos,
a recostarme en paredes mohosas,
a tiempo hechado al olvido.
Huelo
a tu perfume de mujer felina,
a tus labios con sabor a melocotón en almíbar,
a tus contemplaciones de ojos gatunos.
Huelo
a palpito inconstante de corazón abatido,
a espera perpetuada en las horas,
a impaciencia de no saber de ti.
En fin, huelo a mundo cotidiano,
a este terrible mundo cotidiano.
MANUEL CASTRO
VEINTE POEMAS PARA EVOCARTE. Caracas, 1995
Presente en:
http://elblogdelosblogsdeduarte.blogspot.com
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