¡Qué
hermosa eres, y qué agradable eres,
oh
amada, entre deleites exquisitos!
can.
VII . v. 6
Hoy
no se hace fácil garabatear
un
verso bueno que brote de la pluma.
De
seguro los justos mismos
darán
gracias a tu nombre:
POESIA.
Si
yo tratara de enumerarlos,
no
podría, son más que hasta
los
granos de la arena juntos, mis pesares.
Tú,
ya no estarás más y aún recuerdo
tus
palabras "aparta
tus ojos
de
enfrente de mí, porque ellos
mismos
me han alarmado".
No...
ya
no podría apartarlos, oh
amada,
ellos
son el deleite exquisito
que
consumen mi razón.
Del libro inédito:
TU,
ELLA, LA CIUDAD Y YO, 1995
No hay comentarios:
Publicar un comentario