Luis Duarte. Av. Bolívar. Caracas, 2012
Escribir la ciudad,
no es tan importante como vivirla.
Se debe conocer sus atardeceres,
su noche estelar y a veces fría.
Sus mujeres que deambulan como verduleras
pero con ritmo y sabor en las venas.
Se debe saber que es una extensión
innombrable del antepuesto tiempo
de su fundación. Conocer sus niños
que juegan y ríen como colibríes.
Vivir su lluvia y su calor edificante
como el olor de una mujer recién bañada.
Beber su matutino aroma a café recién colado
y apresurarse a la calle
rumbo a la rutina de los días.
Conocer la ciudad es saber que en cada uno
de sus rincones estás tú, color noche,
o ella ampulosa o yo sufriente ante tanto
desespero.
MANUEL CASTRO
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